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El cambio climático constituye la mayor amenaza medioambiental a la que ese enfrenta la humanidad a día de hoy. Mientras la UE marca directrices para lograr una reducción del 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero, las políticas actuales ofrecen tan solo una reducción del 30% para 2030 dentro de la Unión[i]. El cambio climático es pues, el m de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden ser devastadoras si no reducimos drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de los gases de efecto invernadero. De hecho, los impactos del cambio climático ya son perceptibles: la tasa de subida del mar ha ascendido a 5 mm al año en el quinquenio 2014-2019, además el 2019 fue el segundo año más cálido desde que existen registros, por detrás del 2016[ii].
Aun así, todavía en el 2017, el 91% de la energía usada en España provenía de fuentes no renovables como combustibles fósiles o energía nuclear. En paralelo, unos 860 millones de personas en el mundo (2018) carecen todavía de acceso a la electricidad, lo que requiere un amplio esfuerzo adicional para lograr el acceso universal a la electricidad en el 2030, uno de los objetivos aprobados por las Naciones Unidas[iii].
Es por eso, que el desarrollo de las energías limpias es imprescindible para combatir el cambio climático y limitar sus efectos más devastadores. Una solución para esta revolución energética es la tecnología del biogás. Cada año, los agricultores y ganaderos europeos tiran dinero a la basura al deshacerse de los residuos que generan. En la UE se producen anualmente unos 700 millones de toneladas de residuos agrícolas y ganaderos, recibiendo generalmente los tratamientos más baratos para su destrucción, a pesar de no ser los más adecuados para el medio ambiente (combustión, enterramiento, etc.). Es por eso que la obtención del biogás a través de la digestión anaerobia por medio de estos residuos, representa una alternativa con enorme potencial, no solo para evitar los daños ecológicos que generan, sino también para la obtención de energía de forma eficiente.
El potencial de esta tecnología es de tal nivel, que en España la producción de gas mediante la digestión anaerobia puede llegar a producir 26.684 GWh, suficiente para cubrir el 40% de la demanda de los hogares del país, según un reciente estudio encargado por Naturgy[iv]. Sin embargo, en nuestro país hay apenas 300 instalaciones de producción de biogás. Las principales causas de este escaso desarrollo a pesar de las potencialidades de esta energía hay que buscarlas diez años atrás, cuando en España se potenciaron otras energías renovables como la generación fotovoltaica o la eólica, pero el biogás no obtuvo el mismo apoyo.
Pero, ¿ cómo se explica que, mediante residuos agrícolas, aparentemente sin valor, se genere gas?
Esta técnica se basa en la digestión anaeróbica, que es un proceso biológico que en ausencia de oxígeno transforma la sustancia orgánica en biogás gracias a un proceso de fermentación. El biogás se compone principalmente de una mezcla constituida por metano y dióxido de carbono. Con el aprovechamiento de este proceso y la introducción de la materia orgánica (residuos orgánicos principalmente), se consigue energía renovable en forma de gas combustible con un elevado poder calorífico.
Este proceso de transformación es propiciado por la actuación de distintos microrganismos, encargados de llevar a cabo la digestión. Esta digestión se realiza en los digestores, que son tanques encargados de propiciar las condiciones necesarias para que estos organismos produzcan este proceso de forma más eficiente, obteniendo así una producción de biogás óptima.
Una vez se obtiene este gas, la transformación en energía aprovechable se lleva a cabo con elevada eficiencia por medio de centrales de cogeneración para la producción de energía eléctrica y de energía térmica. Además, los residuos orgánicos de las plantas de biogás se pueden transformar en fertilizantes.
Aunque, el biogás es la única energía renovable que puede usarse para cualquiera de las grandes aplicaciones energéticas: eléctrica, térmica o como carburante. Puede desde canalizarse para su uso directo en una caldera adaptada para su combustión, a inyectarse previa purificación, e incluso hasta utilizarse como biometano en las infraestructuras de gas natural existentes, tanto de transporte como de distribución.
Autor: Pau Guilana, Analista Industrial I+D+i
Fuentes:
[i] https://www.lavanguardia.com/natural/cambio-climatico/20191129/471935807382/metas-climaticas-ue-agencia-europea-cumbre-clima-madrid.html
[ii] https://es.greenpeace.org/es/trabajamos-en/cambio-climatico/
[iii] https://www.un.org/es/chronicle/article/el-papel-futuro-de-la-iniciativa-energia-sostenible-para-todos-en-la-promocion-de-la-energia
[iv] https://ruralbioenergy.com/en/2019/04/use-of-the-biogas-potential-in-spain/
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